¿Por qué Dios me prueba?

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Un rasgo común de las grandes personalidades de La Biblia es que en algún momento de sus vidas fueron probados por el Señor. Uno de los casos más recordados de las escrituras es el de Abraham cuando recibió la orden de Dios de sacrificar a Isaac, su único hijo que quedaba junto a él. En Genesis 22: 11-14, un ángel detiene a Abraham cuando estaba a punto de sacrificar a su hijo. Por medio de esta prueba, Dios probó la fe de Abraham.
Aunque en la actualidad, Dios no nos pediría matar a un hijo, en cualquier momento probará de alguna manera a los creyentes.

De el episodio de Abraham e Isaac podemos sacar tres razones por las cuales Dios prueba a los seres humanos. La primera de esas razones es que durante la prueba salen a flote todos lo que esta dentro del ser humano, sea bueno o malo y durante el proceso tenemos verdaderas revelaciones sobre quien es Dios. Después de eso, cuando el individuo entiende la revelación Dios comienza a actuar el la vida humana.

La segunda razón por la que Dios prueba al hombre, es que el Señor quiere que le cedamos el protagonismo de nuestras vida a él. Cuando Abraham tuvo la revelación de Dios y la comprendió, el Señor proveyó a Abraham para ejecutar su sacrifico sin necesidad de matar a su hijo (el carnero citado en el texto bíblico). Un error común de algunas personas es el de reducir a Dios a una parte de sus planes. Pero hay que recordar que Dios en su soberanía es quien decide cuando bendecir y actuar, él no se sujeta a la voluntad de los hombres.

Lo dicho anteriormente demuestra que los planes de Dios son mejores que los de las personas. Esa es la tercera razón por la que Dios prueba al ser humano. Los resultados obtenidos por las personas que se acoplan al plan de Dios son mucho mejores que los de las personas que deciden seguir sus propios planes. Pero la decisión de seguir el plan de Dios no es fácil. La indecisión, los afanes y los pensamientos divididos inciden en que muchos creyentes echen a perder el plan de Dios en sus vidas. La mejor forma para superar este inconveniente es confiar en Dios dejar de emular al mundo, mediante una completa rendición a Dios y rechazo de nuestro egoísmo.

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